JAIME LUSTGARTEN

 El famoso fenómeno del Niño no pasó de ser un “Pastorcito mentiroso”: nunca llegó. ¿Se trato de una mentira organizada?

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El llamado “pánico económico” no se registra solo en el sector financiero cuando la gente, ante una noticia cierta o falsa, se precipita a retirar su dinero de la entidad… Tampoco es exclusivo del sector bursátil ante los rumores de malos resultados empresariales cuando las acciones se desploman en la bolsa.
Podría haber pánico económico más sutil, por ejemplo, el que pudo presentarse en Colombia con el tan anunciado y nunca registrado fenómeno del Niño. Como resultado de falsas informaciones  se aumentaron  las tarifas de energía de manera desproporcionada, además muchas personas resultaron multadas por consumir más agua de la que se permitía y fueron víctimas de  racionamientos innecesarios por cuenta del inexistente fenómeno climático.
Todo lo anterior se relaciona con información privilegiada y debe ser protegida para evitar caos en el país o abusos de personas inescrupulosas. ¿Qué pasó  realmente y que motivos justificados hubo para que se incrementen las tarifas de energía en todo el país?
No se entiende que desde el alto gobierno no se haya abierto una investigación exhaustiva que logre identificar quienes estuvieron mintiéndole al país,  y si existen personas que se  hayan enriquecido por la falsa información.  ¿Hubo realmente un soporte e investigación científica responsable antes de colocar al país en medio de rumores o de la falsa información de que estábamos en el fenómeno del niño, o para insinuar si quiera la posibilidad de que lo hubiese?
La gran mayoría de usuarios del sector eléctrico estamos en franca desventaja por la falta de controles del estado. ¿Existe o no un poder demasiado grande en manos de unos pocos inversionistas? Este es  un sector estratégico para la economía colombiana,  además es muy vulnerable ante fenómenos climáticos en especial cuando el agua es utilizada para generación.  En este sector está en juego el crecimiento económico, la productividad del país depende en gran medida de tener energía a bajo costo y confiable, y también gran parte de nuestra competitividad. Un sector eléctrico fuerte es necesario,  pero también uno que sea justo y ecuánime, honesto y pulcro.
Lamentablemente no manejamos buenos índices de productividad y  no somos muy competitivos. Dependemos demasiado de los comodities como son carbón y petróleo. Cientos de municipios no cuentan hoy con  tranquilidad en el suministro de agua y energía, y lo peor es que las reglas del juego en la economía con el tema de impuestos no son estables y se cambian según las tormentas. La infraestructura del país tampoco es comparable con vecinos en el continente que por años han trabajado para tener mejores carreteras y puertos.
Preocupa sobre manera que por una emergencia del sector bancario nos aplicaron hace muchos años el 4 x 1000 y después de bastante tiempo de salir de la crisis aun se esté cobrando este impuesto.  También genera mucha intranquilidad que se pretenda subir el IVA, y que ante un presupuesto demasiado ambicioso se tenga que gravar el patrimonio, que es el dinero que tenemos y ahorramos  los colombianos y sobre el que ya pagamos impuestos. Colombia es un país con mucha inequidad, pero ésta se extiende por un estado centralista y mal administrador; lo que es explicable con demandas contra la nación que superan los 40 billones de pesos.
El pánico económico lo sufren todos los colombianos cada mes cuando llega el recibo de  luz y  agua.  Es inaudito en un país con tanta abundancia que tengamos los problemas que tiene el nuestro. Creo el peor enemigo del colombiano no es la droga o el narcotráfico, el desempleo o la inseguridad,  ni tampoco la misma guerrilla, sino nuestra clase política corrupta y mentirosa.