El DEBATE

El DEBATE

Violeta Yangüela

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En 1830 el escritor viajero francés, Alexis de Tocqueville, visitó los Estados Unidos de América en  la  búsqueda de una respuesta al por qué los esfuerzos de la Revolución Francesa para establecer la democracia habían  fracasado mientras que la Revolución Americana había producido una república democrática.
 
De esa visita nació el clásico Democracia en América que es la primera referencia a los Estados Unidos como un país de excepción.  Es Tocqueville el primero en señalar la excepcionalidad de la nación norteamericana.
 
Al mismo tiempo y a fines del siglo XIX el poeta Walt Whitman entendía que el destino de país del norte debía ser el gran ejemplo de la democracia. Para el poeta,  la grandeza de la nación norteamericana consistía en una forma única de civilización. La promoción de los valores democráticos se constituía en la misión y en el destino estadounidense.
 
Al decir del historiador norteamericano, Richard Hofstadter, ha sido nuestra suerte como nación no tener ideología, sino que somos  una.
 
Durante el siglo de las dos guerras mundiales los tres presidentes norteamericanos del proceso, Woodrow Wilson, Franklin D. Rossevelt y Harry Truman,  fundamentaron la política exterior en el espíritu del pueblo de los Estados Unidos  de libertad y democracia.
 
Con el fin de la guerra fría, el derrumbe de las murallas que dividió al mundo entre países libres y países comunistas, un proceso de globalización de intercambio comercial, el proceso de democratización y la creación de la Unión Europea por las otrora naciones-estados europeas, señalaban indicios de un nuevo proceso.
 
Samuel Huntington parte del criterio de que los intereses nacionales derivan de la identidad nacional y que por lo tanto es necesario saber lo qué son los estadounidenses antes de saber cuáles son sus intereses.  Es a partir de su identidad que los Estados Unidos determinarían su política exterior.
 
El autor establece que si  Estados Unidos se define por  un conjunto de principios de libertad y democracia, su objetivo principal en su política exterior deberá ser la promoción de esos mismos principios en otros países.  Si por el contrario el ser de ese país  es  excepcional  la promoción y extensión de esos principios no tendría validez.
 
Sin embargo, y en correspondencia a éste nuevo proceso, si se define como un  conjunto de entidades culturales y étnicas, deberá tener una política exterior atendiendo su carácter multicultural.
 
En estos tiempos de debates con miras a las próximas elecciones presidenciales norteamericanas los candidatos han expresado su visión de lo que es la identidad norteamericana.
 
¿Es Estados Unidos un conjunto de principios de libertad y democracia que debería continuar  en otras partes del mundo o es un conjunto de entidades culturales y étnicas que debería tener una política exterior multicultural?
 
Parecería que en  éstas elecciones no sólo se elegiría  al próximo inquilino de la Casa Blanca, sino que también se definiría la esencia de los Estados Unidos de América para sus ciudadanos y para el resto del mundo.
 
Y se le agrega la salida del primer presidente negro y ¿la primera mujer en la Casa Blanca?
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v.yanguela@codetel.net.do