¿CUANDO SÍ Y CUANDO NO?

¿CUANDO SÍ Y CUANDO NO?

¿Por qué es malo que el expresidente Uribe revele informaciones en su cuenta Twitter que se supone bajo reserva, y no es malo que informaciones así mismo reservadas se filtren con frecuencia a los medios de comunicación?

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Octavio Quintero (octubre de 2014)

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La pregunta obedece a lo expuesto por un editorial de El Espectador (El valor de la oposición) en el cual  le cuestiona su actitud al decir que “dista mucho de su rol como opositor. O mejor, que no se sabe cómo consigue ni a través de quién, para filtrarlos luego, rápidamente y sin pudor alguno, a la opinión pública: antes que el Gobierno, antes que los medios, antes que todo el mundo. Es evidente que el expresidente tiene un gancho en medio de la guerra. Algo que va mucho más allá de sus funciones como congresista”.
No es solo el expresidente Uribe quien “tiene un gancho en medio de la guerra”. O mejor, es que los señores de la guerra tienen ganchos en importantes personajes de la vida nacional y los medios de comunicación para filtrar informaciones a la opinión pública “sin pudor alguno”. Si no, ¿cómo es que una revista como Semana.com se mantiene tan bien informada de asuntos reservados? (caso Sepúlveda, por ejemplo). ¿Y, cómo es que noticieros de TV como CM& vive filtrando en su célebre sección 1, 2, 3 informaciones exclusivas referidas a documentos bajo reserva? Y así sucesivamente RCN, Caracol, El Tiempo, El Espectador; lo mismo en las regiones: El Colombiano, El País, Vanguardia, El Heraldo, todos en fin, sirven de “ganchos” para filtrar informaciones de diversa índole a la opinión pública con los mismos propósitos en que se le filtran al expresidente Uribe.
Queda mal que un periodista como uno considere esta práctica irregular. Es evidente que gracias a las “fuentes de alta fidelidad”, como decía el venerable Arturo Abella, se logran desvelar asuntos reservados que muchos lo son solo porque esconden irregularidades o arbitrariedades improcedentes como la evidentemente ilegal movilización de Timochenko a la Habana o la misma ilegal actuación del hacker Sepúlveda. Digamos que esas fuentes de alta fidelidad de que dispone el expresidente Uribe son afines al ejercicio de la política y el periodismo, las dos profesiones con mayor exposición ante opinión pública. El asunto es que si un editorial como el de El Espectador critica al expresidente por echar mano de esa práctica, debiera hacer extensiva su crítica a todas las personas y medios que en la misma forma procedan a desvelar asuntos de reserva jurídica o política.
Es una cuestión de cultura gubernamental. Hasta antes de Julián Assange y su WikiLeaks, uno se admiraba de que en Estados Unidos pudieran mantenerse bajo reserva documentos por 25 años que una vez desclasificados desvelaban cuestiones tan repudiables adelantadas por el Pentágono como el derrocamiento de Allende o los múltiples atentados contra Fidel Castro. Por ejemplo, lo del famoso “Garganta Profunda”, la fuente que fue filtrando información sobre el “Watergate”, fue famoso precisamente por haber sido la excepción en Estados Unidos de que asunto tan reservado llegara a los medios.
La acusación de “jugar con candela” que le hace El Espectador a Uribe es claramente de tinte político encaminada, con todo su derecho, a apoyar los diálogos de paz en la Habana. En ese mismo escenario, quienes no están de acuerdo con la forma como el presidente Santos viene adelantando estos diálogos, ven esos trinos de Uribe muy saludables.
Aparte de recordar el sabio axioma… “todo es según el color del cristal con que se mira”, digamos que la creciente tendencia de filtrar a los medios informaciones confidenciales tiene un lado bueno y otro malo: el bueno, que hace que los protagonistas de la historia contemporánea se contengan más en su proceder a riesgo de que en cualquier momento todo se sepa; y mala, que las noticias “gordas” ahora son exclusivas de los grandes medios que tienen con qué pagarlas en esa especie de “rueda de prensa” donde se cotizan porque hasta esta parte del derecho a la información también ha llegado mercado.