¿CUÁL PAZ, CUÁL SÍ, CUÁL NO?

Editorial El Satélite/Octavio Quintero

(29/07/16)

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Parece imposible que los pocos, pero muy calificados juristas y analistas políticos que critican desde estos escenarios el proceso de desarme y desmovilización de las Farc, a punto de concluir en La Habana, puedan deslindarse ya del polarizado enfrentamiento entre Santos y Uribe: paz o guerra, en su orden.

Es demasiado ostensible el aparato publicitario, especialmente de medios de comunicación, al servicio de esta polarización, al punto que, personajes muy doctos se pronuncian en favor del SÍ, arguyendo las ventajas de la negociación con las Farc, pero ignorando la forma antijurídica y antidemocrática en que se conciben algunos puntos clave de ese acuerdo… Y dándole el valor de “plebiscito por la paz” a un plebiscito que, según el mismo título de la ley estatutaria avalada por la Corte, solo es el mecanismo especial de “refrendación del acuerdo final para la terminación del conflicto y la construcción de una paz establece y duradera”.

Por lo visto, ya lograron que la gente tenga en el imaginario la idea de que el SÍ es la paz y el NO es la guerra. Por fuera de esta disyuntiva no hay otro mundo, ni jurídico ni político, que propenda por una paz estable y duradera, partiendo de ese mismo acuerdo con las Farc, sin violentar la constitución y preservando la democracia.

Es tan ostensible la polarización inducida que, quienes han cantado su voto por el SÍ o por el NO, lo están haciendo sin conocer el texto oficial de los acuerdos en La Habana (¡¿?!).

Bueno, creíamos que habíamos superado la ignorancia política de votar liberal o conservador simplemente porque éramos de cuna liberal o conservadora… Pero este plebiscito nos aterriza de bruces en la ignorancia supina de decirle si o no a lo que ni siquiera sabemos qué es.

Y a propósito, por ahí se están ensayando disculpas de que los frentes Primero y Séptimo de las Farc que anuncian rebelión, es porque el ajetreo de La Habana, no les ha dado tiempo a los comandantes guerrilleros de poner en su conocimiento y explicarles los acuerdos…

Podría decirse lo  mismo desde la sociedad civil en paz y desarmada, que también ignora el texto del acuerdo. Y en consecuencia, una posición racional sería que ahora solo estuviéramos esperando la divulgación de ese texto para decidir SÍ o NO, inclusive, dejando atrás las observaciones jurídicas y políticas que hacen más grande y más ancho el sapo a tragar.

Por ejemplo: ¿Por qué la Corte le niega el derecho a los electores de votar en blanco, si la misma Corte decía, ayer no más (sentencia C-490 del 2011), que el voto en blanco “es una expresión política de disentimiento, abstención o inconformidad, con efectos políticos”?… Y agrega que “el voto en blanco constituye una valiosa expresión del disenso a través del cual se promueve la protección de la libertad del elector...”.

Lo anterior en el campo político; y en cuanto al campo democrático, el daño de la Corte sí que es grave: ¿Cómo es que aprueba un pobre umbral del 13% para que una inmensa minoría tenga la posibilidad de imponer a una inmensa mayoría sus condiciones? Se comprende, sin mucho esfuerzo mental, que la Corte lo que ha hecho es poner la abultada abstención de Colombia a jugar en favor del gobierno. Por eso no habilitó el voto en blanco.

Ya que han pasado por encima de las observaciones jurídicas, políticas y democráticas, todavía puede la Corte, al menos, proteger a los no santistas ni uribistas con la honradez en la pregunta que se hará para poner a votación el plebiscito… En lógica no podrá contener la palabra PAZ, porque ese es un derecho inalienable ya alcanzado por todos y cada uno de los colombianos desde la propia Constitución. Tampoco podrá contener la palabra GUERRA porque es que, no querer la propuesta de Santos-Farc, lo contrario no significa querer que siga necesariamente la guerra.

Vamos a ver… Aunque tanto se han acostumbrado a atropellar la constitución y las leyes, increíblemente desde la propia Corte Constitucional, que una más ¡qué importa!