That's the question

06.04.2011 06:11

Parece que el Derecho lo siguen volteando al revés unos leguleyos especializados en hallar intersticios jurídicos por donde escapan sus clientes a la justicia

Las autoridades dicen con frecuencia, y tienen razón, que el ‘garantismo’ introducido a la justicia en Colombia en las últimas reformas, ha hecho más difícil la labor de los jueces y de las autoridades de policía en general, frente a las violaciones y contravenciones de la ley, en un país en donde, precisamente, la exuberancia delincuencial de toda índole nos empuja a la más alta impunidad del mundo.

Seguramente el ejemplo siguiente es baladí, como caso individual. Eso no podría controvertirlo. Pero que encierra una perversa ingeniosidad, no lo dude:

El sábado 2 de abril, una operación encubierta del Gaula, capturó infraganti al Inspector de Policía de Sopó, José Antonio Muñoz, un funcionario de carrera que lleva 14 años en este cargo, sin que poder alguno lo haya podido remover, a pesar de las tantas sospechas que sobre su conducta pesan.

Inmediatamente fue puesto a órdenes de un juez de garantías de Zipaquirá. Al momento de imputarle el cargo, el fiscal dijo al juez que se le acusaba de extorsión. Saltó de su asiento el defensor y dijo que eso era falso porque dicho cargo no era imputable a su defendido como funcionario público. El mismo defensor le dijo al Inspector: “Váyase”, y se fue, sin que nadie dijera mu. Y quedó libre. Ahora, habrá que armarle otro cuento para poder volver a detenerlo y acusarlo y, mientras tanto… Bueno, cualquiera puede imaginar.

El colofón de este cuento es que siendo lo mismo extorsión y concusión, el primer cargo aplica a personas privadas y el segundo a funcionarios públicos, y esto es lo que dice el diccionario:

Extorsión: Amenaza de pública difamación o daño semejante que se hace contra alguien, a fin de obtener de él dinero u otro provecho… Y concusión: exacción arbitraria hecha por un funcionario público en provecho propio.

Siendo el inspector de marras un funcionario público no estaba extorsionando a nadie sino concusionando (con perdón del término),  a todo el mundo.

“Vaya, vaya, vaya” decía Sherlock Holmes cuando sus pesquisas se ponían oscuras. Y si el juez de Zipa hubiera sido más sagaz habría podido deducir que, si bien la imputación era falsa, la detención del sospecho (in fraganti) era correcta y, por tanto, mantenerlo bajo custodia mientras se aclaraba el cargo.

“That’s de question, mi querido Watson”, decía también Sherlock Homes, cuando resolvía un caso. Y salía para el siguiente, que podría estar por los lados de Tolemaida y el confortable Resort que le tiene a sus delincuentes la Justicia Penal Militar de Colombia: vaya, vaya, vaya.

 

 

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