POBRES A PERPETUIDAD

13.04.2015 06:41

Opinión El Satélite

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América Latina es la región de mayor desigualdad en el mundo, y dentro de esa región, Colombia, es el país de mayor desigualdad social. Es decir, somos los campeones de la desigualdad en la región campeona mundial de la desigualdad.
 
La estadística no es una “calumnia de la oposición”… Es la cifra histórica del coeficiente Gini, que calla el Dane en sus frecuentes informes sobre la pobreza en Colombia, el último de los cuales afirma que en el gobierno del presidente Santos han salido 700.000 colombianos de la pobreza extrema.
 
Desde que un director del Dane, Ernesto Rojas Morales, le tiró el puesto al entonces presidente Uribe porque exigía cambiar la metodología para maquillar los informes a la opinión pública, la conclusión desde entonces es que las cifras se pueden cambiar, según la metodología que se use, pero la pobreza real no necesariamente disminuye.
 
En reiteradas ocasiones hemos puesto el ejemplo de que a un pobre le da lo mismo “ocho que ochenta”; le importa un pito el desvelo institucional del Banco de la República por bajar la inflación cuando de ninguna manera, con o sin inflación de precios, él no tiene ni los ocho ni los ochenta para comprar la libra de carne.
Hace unos años se dio la discusión en Colombia sobre la pobreza como factor de violencia, y los analistas de entonces dijeron que ser pobre no generaba violencia. Hoy poca discusión académica suscitaría una afirmación contraria, es decir, en el sentido de que la primera fuente de la violencia y de la delincuencia en Colombia es la desigualdad. Y la prueba reina es que, si los índices que tanto se han promovido recientemente (sobre pobreza y desempleo) reflejaran en verdad alivio para la población, no estaría aumentando sino disminuyendo la delincuencia.
 
También es un aserto hoy que el mero crecimiento económico, del que tanto se ufana el gobierno de Santos por estar por encima del promedio latinoamericano, no conlleva mejoría social, si al mismo tiempo no hay un aprovechamiento equitativo de la generación de riqueza.
 
Tan claro tenemos que la paz que viene de La Habana en nada solucionará los factores de violencia, como que el modelo económico neoliberal, generador de la mayor injusticia social que se viene acumulando en Colombia, fue considerado como un inamovible en esas negociaciones y, curiosamente, las Farc han insistido en todo lo que parecía imposible, como que no entregarán las armas ni irán a la cárcel un solo minuto, menos en el cambio del modelo económico.
 
Es lo que demuestra que en La Habana se negocia el tamaño del pedazo de torta que le tocaría a las Farc, pero no la paz de los colombianos.
 
Como dijo el presidente Correa, de Ecuador, en la reciente Cumbre de las Américas: … “La paz no es solo ausencia de guerra. La insultante opulencia de unos pocos, al lado de la más intolerable pobreza, son también balas cotidianas en contra de la dignidad humana”.

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