¿LIBERTAD DE EXPRESIÓN O CENSURA?

04.03.2015 03:40

 “Este es un espacio de expresión libre e independiente que refleja exclusivamente los puntos de vista de los autores y no compromete el pensamiento ni la opinión de”…

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Editorial El Satélite

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Pareciera innecesario que algunos medios insistan en sostener en los encabezados de sus columnas, o al final, la anterior aclaración.
Desde hace muchos años, no solo entre la gente de los medios sino en el común de la gente, se tiene establecido que la única opinión que compromete a un medio de comunicación es su editorial.
Así que bien pudieran ahorrarse la aclaración referida que solo pende sobre los columnistas como espada de censura que caería sobre sus cabezas en caso de que escribiera algo que llegara a comprometer el pensamiento y la opinión del medio que le acoge.
Como, por ejemplo, lo que ocurrió con Yohir Akerman en el diario El Colombiano con su columna titulada “Enfermos” en la que trató el tema de los gay, alejado del “pensamiento y la opinión” de ese periódico.
Es evidente, y esto es algo que se cae de su peso, que todo medio de comunicación (absolutamente todos), tiene un pensamiento y una opinión y que a su alrededor se conforman los equipos de trabajo, desde el director, los columnistas y periodistas; y, aún, hasta de los espacios donde “opina la gente”.
La excepción confirma la regla: en los grandes medios dominantes de la opinión pública se tiene el principio de dar acogida a algún columnista contradictor del pensamiento y la opinión del medio, pero esa voz que hace la diferencia y muestra en cierta forma la independencia del medio, se bate en desproporción exagerada con el resto de columnistas que se cobijan bajo el mismo manto de pensamiento y opinión del medio, y en cierta forma se autocensuran para mantenerse incólumes.  
Y nadie, con razón, exigiría lo contrario, es decir, que el pensamiento y opinión dominante en un medio cualquiera, fuera el pensamiento y la opinión contraria a la idea del dueño o sus dueños.
Para llevar el ejemplo al extremo, el día que El Tiempo, de Colombia, acoja en sus columnas de manera mayoritaria el pensamiento de izquierda, pues, dejaría de ser El Tiempo; o el día que en Voz Proletaria (comunista), sus columnistas fueran todos estos que frecuentemente se identifican con la derecha neoliberal, pues, dejaría de ser Voz Proletaria y, entonces, a la gente le ocurriría algo muy curioso: al leer El Tiempo le parecería estar leyendo a Voz Proletaria, y viceversa: al leer Voz Proletaria le parecería estar leyendo El Tiempo.
Así que la aclaración esa de entrada a las columnas de prensa sobra, y si algún mensaje contiene, es todo lo contrario a la libertad de expresión que intenta reflejar porque, en tácito, lo que parece decir es que cuando el columnista comprometa el pensamiento y la opinión del medio en que escribe, no va más…

 

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