FUSA: ALERTA TEMPRANA

22.10.2014 05:57
Un intempestivo corte de energía eléctrica afectó a Fusagasugá todo el martes 21, desde las cinco de la mañana hasta las 7 de la noche.
¿Qué pasó? ¿Culpa de la Electrificadora de Cundinamarca o de la administración municipal? De la una o de la otra, o de ambas, lo que resulta inaudito es que una población que ya se acerca a los 200.000 habitantes, sin contar el alto volumen de población flotante por ser un importante centro regional de comercio y servicios de salud y educativos, pueda quedar sin fluido eléctrico tanto tiempo.
Si como fue fortuito el daño (eso se espera), el mensaje que ha quedado de bulto es que con poco esfuerzo técnico y militar, Fusa puede quedar a oscuras a cualquier momento porque su fluido pasa por un solo punto neurálgico que al parecer corta ipso facto todos los circuitos.
Pero no se ponga tan dura la prueba, que de todas formas resulta válida. También podría preguntarse quién le responde a los industriales y comerciantes por los daños causados; o al sector de servicios, entre los cuales cuenta el sistema de salud: ¿Cuántos centros médicos tuvieron problemas ayer con sus pacientes? Y el tráfico vehicular, de por sí caótico en esta ciudad, este día era un desastre total.
Fusa tiene otros problemas internos derivadas de una acelerada urbanización sin soporte en una debida infraestructura. Aquí, por lo visto, las licencias de nuevas urbanizaciones van más rápido que las obras públicas de acueducto, alcantarillado y acopio de basuras.
En el pasado puente del 12 de octubre, frente a una ciudad atestada de turistas y veraneantes, el servicio de agua se suspendió varias veces en algunos sectores y en otros la presión no subía ni a las cisternas de los inodoros.
De momento, esto no parece molestar mucho a nadie porque entre semana, cuando la presión baja, todo el mundo se olvida del problema. Pero los problemas urbanos son como las enfermedades en la gente: ahí están, al acecho, y si no se tratan oportunamente llega un momento en que se tornan graves, algunas veces terminales.
Y estos son problemas internos. Téngase en cuenta que también gravitan sobre la población otros dos PROBLEMAS, en letras mayúsculas: la doble calzada Bogotá – Girardot y el colapso urbanístico de Soacha.
Vivir en Fusa es muy bueno, cuando no se tiene la presión turística, o cuando no se tiene que pasar por Soacha para llegar a Bogotá. Tampoco es bueno cuando se tiene que ir tan solo a Melgar por una doble calzada que en varios tramos se reduce a quedar embutido entre un carro a más de 40 grados de temperatura.
La ventaja comparativa de Fusa: su clima, su gente, su cercanía a Bogotá, está amenazada por agentes que, si no se enfrentan oportunamente podrían crecer y sobrepasar la capacidad de respuesta local y departamental. Y por lo visto con la doble calzada, también nacional.

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