FRANCIA: ¿AL CENTRO, A LA IZQUIERDA O A LA DERECHA?

18.08.2017 11:15

LEOPOLDO VILLAR BORDA

Revolución francesa

Emmanuel Macron se juega su capital político con la reforma del intocable Código Laboral.

 

Hace años que los gobiernos franceses están tratando de reformar el generoso Código Laboral del país, venerado por los trabajadores, hasta el punto de considerarlo intocable, y denostado por los empresarios como el mayor obstáculo para la creación de empleo y el crecimiento económico. Este instrumento, cuyos orígenes se remontan a la era napoleónica y cuya promulgación formal ocurrió en 1910, reunió y actualizó las “leyes obreras” adoptadas desde la Revolución de 1789 y se convirtió desde entonces en la biblia de las relaciones laborales en Francia.A lo largo de su siglo de existencia, la defensa del Código ha sido una bandera irrenunciable de la izquierda y en particular del Partido Socialista. A sus esfuerzos se debe el gradual fortalecimiento del estatuto, en el que se consagraron aspectos como el contrato de trabajo indefinido, las convenciones colectivas, el derecho de huelga, la edad de retiro y el horario de trabajo, cuya más reciente modificación fue el establecimiento en el año 2000 de la semana de 35 horas, un logro del gobierno socialista de Lionel Jospin. Pero las vueltas de la historia le han asignado a otro líder de origen socialista, el presidente Emmanuel Macron, la tarea de impulsar una reforma del Código, lo que tiene con los pelos de punta al movimiento obrero francés.

La reforma es parte de un ambicioso plan con el que Macron busca modernizar la economía

No se trata de una sorpresa, pues la reforma fue uno de los puntos centrales de la plataforma electoral de Macron y, en consecuencia, es un elemento importante de su mandato. Esto legitima su propósito de llevarla a cabo y parece abrirle la oportunidad de alcanzar lo que no pudieron otros mandatarios, incluyendo a su antecesor, François Hollande, cuyo intento en el mismo sentido fue derrotado por las multitudinarias manifestaciones obreras del año pasado. 

Al igual que el de Hollande, el proyecto de Macron busca facilitar las contrataciones y despidos laborales al establecer su negociación directa e individual en el interior de las empresas y fijar topes a las indemnizaciones por despidos para estimular el empleo.Aplicando la teoría del garrote y la zanahoria, la propuesta contempla, en compensación por lo anterior, la ampliación del subsidio de desempleo a trabajadores independientes o los que quieran cambiar de empleo, el aumento del salario mínimo y la modificación del sistema de pensiones para eliminar las desigualdades, elevando las más bajas y acabando con los regímenes especiales, sobre todo el que favorece a los políticos.

En busca de definiciones rápidas, Macron ya dialogó con los representantes del empresariado y de las centrales obreras y presentó a la Asamblea Nacional un proyecto de ley para legislar mediante ordenanzas, una vía rápida o 'fast track' por la cual los legisladores dan o no su visto bueno a los textos presentados por el Gobierno, sin posibilidad de enmendar su contenido. La cómoda mayoría parlamentaria de la que dispone Macron en la Asamblea le ofrece una clara posibilidad de lograr su cometido.

La reforma es parte de un ambicioso plan con el que Macron busca modernizar la economía, reducir el aparato estatal que ha dado a Francia la poco envidiable fama de poseer una burocracia ineficiente y aplastante, e incorporar definitivamente a la segunda potencia de la Unión Europea, después de Alemania, al mundo surgido de la globalización y de los grandes cambios tecnológicos del siglo XXI. En la ejecución de este programa enfrentará la oposición de la extrema izquierda –que lo califica de neoliberal– y de la extrema derecha, enemiga de todas las reformas. Pero si continúa recibiendo el abrumador apoyo que el pueblo francés le otorgó en las urnas a su programa de centroizquierda, seguramente podrá realizar las transformaciones en que está empeñado y que constituyen, más que una revolución política o económica, una revolución cultural.

 

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