EL RENTABLE NEGOCIO DE ROBAR

14.12.2017 08:04
La perdida lucha contra la corrupción

-Dos casos patéticos-

 
Editorial RED-GES/El Satélite
(Octavio Quintero/Director)
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Paradójicamente, la condena del exviceministro de Obras por el caso Odebrecht y la sanción a la cartelización de las empresas cementeras, dos noticias de los últimos días, nos ponen de presente la lucha perdida en Colombia contra la corrupción:
 
En el primer caso, un alto funcionario del Estado recibe 6,5 millones de dólares (20.000 millones de pesos en cifras redondas) por manipular todo el proceso licitatorio de la Ruta del Sol II, hasta ponerlo en manos de Odebrecht, y la condena que se le impone es 62 meses de cárcel y una multa de 65 millones de pesos.
 
El negocio de este señor es redondo: si de verdad pasara los 62 meses en prisión ello le daría un rédito de 332,5 millones de pesos mensuales, o sea, 10,7 millones de pesos diarios. Es decir, en solo una semana, este señor gana con que pagar la multa impuesta por el juzgado.
 
Si a esto se le agrega que las cárceles en Colombia son hoy ‘hoteles de paso’ en las que sus clientes de plata pueden pagar lujosos apartamentos, y si además se tiene en cuenta que pasado un tiempo se le puede dar casa por cárcel, cualquiera queda tentado –hasta el más honrado—a conseguirse un ‘negocito’ de estos.
 
El otro caso es la cartelización de tres empresas cementeras que a partir del 2010, según la investigación adelantada, se pusieron de acuerdo para elevar en 30 por ciento los precios del cemento a los consumidores, y siete años después (en 2017), se les multa con 200.000 millones de pesos.
 
Parece alta la cifra, pero si se contrasta con el fruto de la especulación resulta ‘lagaña de mico’ y, por ende, un gran negocio.
 
En cifras redondas se puede fijar la demanda nacional de cemento en un millón de toneladas mensuales, según el Dane, que vienen a ser 20 millones de bultos de 50 kilos. Hoy, en el mercado se cotiza el bulto a 20 mil pesos, promedio. Si ese precio está sobreestimado en 30%, eso quiere decir que los consumidores están pagando seis mil pesos más por bulto que multiplicados por 20 millones, arroja la suma de 120.000 millones de pesos mensuales.
 
Como en el primer caso, el negocio es redondo. En mes y medio, las cementeras consiguen con el sobreprecio con que pagar la multa, y de ahí en adelante todo es ganancia porque la sanción impuesta no implica que los precios del cemento tengan que revertir al tope racional que debiera regir en un mercado de oferta y demanda, libre de especulación.
 
Las cuentas están hechas a un mes. ¿Se imaginan las astronómicas cifras que resultarían donde se proyectaran 7 años atrás al inicio de la cartelización? Y no pare de contar, porque los ladrones, aunque ya no estén confabulados, siguen usufructuando de los seis mil ‘pesitos’ de más que le sacan del bolsillo a los consumidores por cada bulto de cemento.
 
Aclaración: se advierte que la proyección de esta nota es fruto de una ecuación a mano alzada que, en rigor, es fácil de precisar, pues, si se aplican los términos de referencia estrictamente correctos los resultados del gran negocio de robar, tanto para el que roba al Estado y va a la cárcel como el que roba a los consumidores y es multado, no serían aproximados, como aquí, sino exactos.
 
Son dos casos patéticos tomados del poblado mundo de la corrupción pública y privada que invade a Colombia a todos los niveles: nacional, regional, municipal, comunal, familiar e individual.
 
En síntesis, si robar es un gran negocio, entones robemos. La solución también es una perogrullada: toda aplicación de justicia debe ser disuasiva; si no, no hay justicia.
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Fin de folio.- La vitrina mediática que se dio la senadora Claudia López con su referendo contra la corrupción era solo eso: vitrina.

 

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