'EL DIABLO HACIENDO OSTIAS'

11.11.2017 12:49
 
El precio de ser honesto
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Editorial: Octavio Quintero

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‘Imposible’ no hay nada, pero que algunas cosas son realmente difíciles no lo niega ni el más optimista.
 
Colombia está ‘llevada’ de la corrupción, y el líder llamado a combatir y revertir la tendencia al abismo sería el presidente de la República, Juan Manuel Santos.
 
Pero, y de ahí la introducción de esta nota, ¿puede un líder, no solo acusado él mismo de corrupto sino de permisivo con la corrupción, liderar un país hacia la moralidad y la ética pública?
 
Muy difícil, por no decir imposible, sería la respuesta correcta.
 
Pasemos por encima de los ‘Papeles del Paraíso’ que, al parecer, ahora se nos va a hacer creer que no hay delito en que los grandes capitalistas busquen los mejores refugios para esconder sus capitales de las tasas impositivas. ¡Afortunados ellos que no se les descuenta por derechas sus impuestos como a los trabajadores (retención en la fuente) y a los consumidores (IVA)!
 
Ver nota…

HECHOS PARA ROBAR

 
Pero que el líder llamado a combatir la corrupción pública se haga rodear de corruptos y que además los defienda a capa y espada hasta llegar a destituir a aquellos pocos funcionarios que se atreven a señalar públicamente a alguno de los tantos bandidos emboscados en la burocracia, bueno, esto sí es una de esas cosas que pudieran calificarse de difícil.
 
Pasemos por alto también el caso de los dineros de Odebrecht ingresados a su campaña y, en este mismo episodio, el caso del ramal de la autopista del Sol a Gamarra, que involucra a sus ministras –compañeras sentimentales—de Transporte y Educación… Digamos, en beneficio de la duda, que esos dos asuntos se ejecutaron  a espaldas del Presidente…
 
Pero, ¿y lo del Sena, qué? Sostener a su secretario privado después que la directora le destapa públicamente sus torcidos en esa institución, y el pago que le da a su denuncia es destituirla.
 
¿Quién se anima así en este gobierno a denunciar nuevos casos de corrupción? Aquí lo que hay que decir es… “Quédese callado: no denuncie”, si quiere conservar el puesto, en el caso de los funcionarios públicos; y hablando de los medios de comunicación, si quieren conservar la publicidad.
 
Y como las suspicacias suben de tono en la medida en que nos adentramos más en la campaña electoral del año entrante, no me salgan ahora con que observaciones como la presente son ‘ataques al proceso de paz’ que con eso es que se quiere forzar el silencio que sobre la pobre gestión de este gobierno muestran todos los indicadores políticos, económicos y sociales, por donde se les mire.
 
Por eso es que cuando el presidente Santos sale a pregonar el éxito de alguna investigación de anticorrupción, lo primero que hace la gente es endilgarle sus propias indecencias e indelicadezas y, como consecuencia, no creerle ‘ni pío’ de lo que dice, aunque sea cierto, y ese es el principal castigo social al mentiroso: la pérdida de su credibilidad.
 
Es inmenso el daño que este par de gobiernos de Uribe-Santos le han hecho al país en materia de desinstitucionalización y corrupción, desdibujando toda su arquitectura política, económica y social.
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Fin de folio.- Serían de alguna manera ‘bienvenidos’ estos largos 16 años de Uribe-Santos, si la aciaga etapa nos sirviera ahora para sacar del gobierno con nuestro voto a tanto ladrón.

 

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