EL DESTAPE DE PRETELT

23.03.2015 03:24

Las vendettas son especie de justicia alternativa que le permite al pueblo medir la magnitud de una corrupción

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Editorial El Satélite

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Qué lamentable editorial de El Espectador, “Estrategia perversa” (21 de marzo de 2015), en el que se refiere al escándalo Pretelt: equivocado en su forma y fatal en su fondo.
Considera “perversa” la denuncia del cuestionado magistrado contra el fiscal general, ese sí, perverso e influyente personaje de la vida nacional de quien se dice que, de lo menos que se ufana en sus frecuentes ágapes, es de ser el dueño de la reelección del presidente Santos; y dueño también de la elección del Contralor Maya al cabo del escandaloso e irregular procedimiento en su nominación por la Corte Constitucional; y dueño debe ser también de una inmensa fortuna acrecida en su paso como ilustre asesor de Saludcoop, cabeza mayor del billonario robo a la salud.
Considera “una infamia” este editorial, que el magistrado haya dicho que si se iba él se iban todos, porque “es sumamente grave lo que hay allí”… Y es sumamente grave lo que está pasando en la Corte Constitucional desde hace años, por ejemplo, cuando a sabiendas de que la reelección del presidente Uribe había sido fruto de un escandaloso proceso de corrupción, la halló ajustada a derecho.
“Hagámonos pasito”, sí, es la consigna tradicional entre las cabezas del alto gobierno: Ejecutivo, Legislativo y Judicial. ¿Acaso no se ha escuchado en varias oportunidades el reclamo adusto del presidente Santos llamando a lavar la ropa sucia en casa, en los casos de enfrentamientos públicos entre la contralora y el fiscal, el fiscal y el procurador, el fiscal y los ministros (de Justicia), por ejemplo?
Con todo, lo verdaderamente fatal, es que una tribuna de opinión libre, de pensamiento discursivo, como ha sido la tradición de El Espectador, el mismo del inmolado director, Guillermo Cano, califique de “lamentable” el escándalo armado sobre la institucionalidad del país, en vez de considerarlo una feliz oportunidad para demandar una catarsis institucional que le devuelva la majestad al Estado.
Ya que los ciudadanos de bien no tenemos más forma de control político en medio de la desinstitucionalización que reina en el Estado Colombiano, agradezcamos a las vendettas, como ésta del magistrado Pretelt, que nos dejan medir la magnitud de la podredumbre en la cúpula del poder que nos gobierna, a ver si de pronto, algún día, nos pellizcamos.
¿Acaso no fue, gracias a la vendetta del paramilitarismo contra la guerrilla, que hoy tenemos sentados en La Habana al gobierno y las Farc en una aplaudida negociación de paz?
Quizás también, gracias a esta vendetta, podamos hacer de tripas corazón; “barajar y volver a repartir” este sí lamentable Estado colombiano que ha sucumbido en medio de una “detestable corrupción”, como dice el mismo papa Francisco.

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