¿CUÁNTOS MUERTOS MÁS NECESITAMOS?

14.09.2017 08:00
 
La salud no es una 
cuestión de compasión
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Con todo el respeto que le pueda merecer a uno el ministro de Salud, Alejandro Gaviria, por su propia condición de salud, lo mejor que puede hacer, por su bien y por el bien del país, es renunciar.
 
La problemática sanitaria de Colombia requiere de un ministro en sus plenos cabales y de unos colaboradores más puestos en su lugar, que no es el caso del superintendente de Salud a quien  el procurador, y no el ministro, ha tenido que recordarle sus funciones y responsabilidad en el caso concreto de Medimás, una EPS que aparece en el esquema sanitario de Colombia con 5’ millones o más de afiliados, sin ninguna garantía de servicios de salud para ellos.
 
¿Cómo se le ocurre a un ministro y a un superintendente de salud permitir el funcionamiento de una EPS que ni siquiera tenía al momento de entrar en operación contratos suscritos con los hospitales y clínicas para la atención de la población afiliada? ¿Y cómo se le ocurre, en general al gobierno nacional, permitir la negociación entre Café Salud y Medimás en donde lo primero que establece la entidad que compra es no asumir las deudas de la entidad que vende?
 
Ello puede ocurrir en cualquier negocio mercantil, pero en una operación en la que queda de por medio la salud de 5’ millones de personas, es un crimen, como el que le tienen sentenciado a esos 30 niños enfermos de leucemia a quienes hace un mes se les suspendió todo tratamiento, sencillamente porque Medimás, ni tiene contrato de prestación de servicios con los hospitales y clínicas ni se hizo responsable de las deudas contraídas por Café Salud: ¡Hágame el favor!
 
El llamado de atención del procurador al Súper-Salud no es cualquier cosa. Le está diciendo en términos del derecho administrativo que si no toma cartas en el asunto está incurriendo en falta gravísima que le puede significar su destitución y máxima inhabilidad para ejercer cargos públicos en el futuro inmediato. Ahora, no se entiende por qué el procurador no dirigió ese llamado de atención directamente al ministro de Salud, al fin y al cabo, es el responsable directo de la política sanitaria del país.
 
Todos los colombianos sentimos mucho la situación de salud por la que atraviesa el ministro Gaviria; y nos llega al alma sus filosóficas reflexiones en las redes sociales y sus periódicas entrevistas en los medios de comunicación. Pero también sentimos todos los colombianos que el sistema de salud, que el ministro se aferra en defender como a su propia vida, sigue mal y empeorando. El señor ministro no parece tener una comprensión instintiva de que la salud no es un negocio, y por eso, aunque se reconoce su lucha librada contra el exorbitado precio de algún medicamento, no parece comprender la génesis del problema en su propia ideología neoliberal.
 
El problema general del sistema de salud en Colombia tiene ahora un nuevo Caín: Medimás, como antes fue el Seguro Social, Caprecón, Saludcoop y Cafesalud, por mencionar unos pocos ejemplos entre muchos que se presentan a lo largo y ancho del país, en esta larga noche en que se nos cambió una política pública por un lucrativo negocio.
 
Con todo respeto, repito: si es por la condición del estado de salud del ministro Gaviria que los medios le tienen compasión, y parece que también el procurador que, como en las cartas a Santander para que las entienda Bolívar, se dirige al Súper-Salud en vez del ministro, téngase en cuenta que en derechos humanos, la salud del ministro no es más importante que la salud de cualquiera de nosotros.
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Fin de folio.- Nos están recortando los presupuestos en Ciencia y Tecnología, Ambiente y Desarrollo Sostenible, Inclusión Social y Reconciliación, Cultura y Deportes. Acaben con la exuberante burocracia  de esas superintendencias y les aseguro que no pasa nada.

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